LES ARABES AIMENT BIEN LES EPHEBES...
Una fatua prohíbe a los musulmanes adultos permanecer a solas con menores atractivos imberbes
Abdullah Da’ud, famoso ulema saudí, ha dictado una fatua que prohíbe a los muslimes adultos estar a solas con atractivos jóvenes imberbes.
Justifica el clérigo su decisión jurisprudencial en un hecho empíricamente demostrado: los efebos despiertan pasiones ilícitas entre los seguidores del “Profeta”.

En el canal LiveArabicTV, Abdullah Da’ud, un ulema muy versado en la ley de Mahoma, ha dictado recientemente una fatua en la que se ordena a los varones mahometanos mantenerse alejados de los menores de atractivo semblante y sin pelambrera en la jeta, porque, según afirma, tales prepúberes provocan en los adultos malsanas intenciones y levantan sus más bajas pasiones eróticas.
También Khalid Yasín, un conocido predicador norteamericano, cree que un careto sin pelambre puede inducir al creyente a caer en la tentación de la carne, y fundamenta su docta opinión en un texto islámico en el que se espeta: “Los compañeros del “Profeta” ni tan siquiera se atrevían a mirar a un hombre afeitado… para evitar sentirse atraídos por él”.
Al margen de las opiniones evacuadas por Da’ub y Yasín, otros sabios jurisprudentes, conscientes de que la belleza turbadora de los prepúberes puede producir arrebatos amatorios non sanctos entre los seguidores de Mahoma, han emitido ilustrativas fatuas que especifican en qué condiciones pueden ser vistos y acompañados de manera halal (lícita) los menores de edad, como la que aparece en Islamweb con el número 18.605:
“Si un menor de edad no tiene sus facciones bien compuestas, por tratarse de un adefesio, puede ser observado sin disimulo como cualquier otro individuo, según indican las escuelas shaafi y hanati. Ahora bien, cuando la hermosura del imberbe encierra el peligro de seducir al creyente de Alá, entonces hay dos posibilidades: 1- Que el islamita, mayor de edad , pretenda saciar sus torpes apetitos en la persona del mancebo, en cuyo caso nos encontramos ante un supuesto haram (ilícito) y deben evitarse las miradas lúbricas y todo contacto con el efebo. 2-Que el agareno no acaricie la idea de tener un acceso carnal con el querubín y, por lo tanto, simplemente desee gozar platónicamente de su compañía infantil, lo que conduce a la aplicación de las reglas habituales de casto comportamiento entre compañeros y amigos”.
La referenciada fatua, que fue emitida en 2011, no olvida hacer una expresa mención a los integrantes de lo que se denomina “tercer sexo”, esto es, moñas alocadas de ojo bien dispuesto (el único que carece de niña) y cacorros declarados, para los que se establece como correctivo la pena de muerte, aunque los jurisprudentes enfatizan en que tal castigo únicamente puede ser impuesto, por supuesto, por la autoridad religiosa competente, lo que excluye la “justicia popular”.
No obstante, si bien es cierto que los secuaces de Mahoma tienen prohibido en la vida terrenal todo contacto lúbrico con menores imberbes, no es menos cierto que en el Paraíso, que es lo más parecido a un prostíbulo abierto las 24 horas, la cuestión es otra, como se afirma en el Corán:
52.24: “Y para servirles circularán a su alrededor efebos a su servicio semejantes a perlas ocultas”
56.17: “Circularán entre ellos jóvenes de eterna juventud”
76.19: “Y circularán entre ellos jóvenes de eterna juventud. Viéndoles, se les creería perlas desparramadas…”
Abdullah Da’ud, natural de un país donde los científicos islámicos afirman que la ingesta de orines de camello produce efectos salutíferos en la salud y que el estiércol cura el cáncer, es un prolífico evacuador de deyecciones teológicas relacionadas con la sexualidad. Por ejemplo, entre sus muchas excreciones doctrinales cabe citar su fatua emitida el pasado febrero, tan famosa como vomitiva, en la que pedía a los padres que cubrieran a sus bebitas con un buen burka, para impedir que sean objeto de miradas libidinosas y víctimas de abusos sexuales en la cuna. Y es que una niña, como afirman los doctos en la Sharía y queda meridianamente claro en los jadices, sólo puede ser desflorada cuando alcanza los 9 años de edad…y ese fue el caso de Aisha, la esposa predilecta del Mensajero de Alá.
(minutodigital.com)
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